Reflexiones de Navidad -Blog -

Valorar lo que poseemos para poder compartirlo

Oliva Solís (FCPyS-UAQ) 20/12/2022

De nueva cuenta, como cada año y cada vez más rápido, nos llega el tiempo de la Navidad. Para los niños, es un tiempo de felicidad, creo que por dos razones: la primera es que llegará el Niño Dios (que es el auténtico y único sentido de la natividad) y les traerá regalos, aunque probablemente, no todos los de la larga lista; la segunda, que es periodo vacacional y eso les permite levantarse más tarde y jugar más tiempo, para gozar de sus presentes.

Para los adultos, la llegada de la Navidad significa la llegada del aguinaldo, que más tardamos en recibirla que en desaparecerla. Los tiempos no están para menos. Significa también la llegada de las pre posadas, las posadas, las reuniones con los amigos, la comida desmedida, la bebida aún más, las cuentas por pagar, el cobro de tenencias, prediales y, por supuesto, la cuesta de enero.
Para los comercios, la Navidad es una época esperada con ansia porque representa la posibilidad de resarcir un poco las pérdidas del año. Se espera que la llegada del Niño Dios les haga el milagro de incrementar las ventas para “salir tablas”.

Escuchaba un comercial en el que una empresa proveedora de canastas navideñas hacía alusión al personaje de Ebenezer Scrooge, protagonista de Un cuento de Navidad del inglés Charles Dickens. La invitación era a comprar canastas para proveer a los trabajadores y no verse egoístas como Scrooge.
Me quedé pensando en cómo la empresa anunciante hacía precisamente lo que se criticaba en el personaje: mirar sólo para su beneficio, usando una falacia.

Para los transportistas, estas fiestas son también motivo de regocijo, porque es una de las épocas en las que más personas viajan para compartir reuniones y reencuentros decembrinos.
Y para los políticos, bueno, esta temporada es un momento propicio para ver y ser vistos, para promocionarse arguyendo que nos están enviando sinceras felicitaciones y buenos deseos.

El sentido de la Navidad

La Navidad es también, un buen momento para congraciarse con quien haya que hacerlo pues las reuniones son los espacios idóneos para negociar y acordar perdones. En fin, para cada persona o para cada grupo la Navidad representa cosas distintas, aunque en el fondo debiera representar lo mismo para todos.

Sin embargo, como es algo que está en el fondo, pocas veces llegamos o queremos llegar hasta allá. Es más fácil quedarse en la superficie. ¿Y qué es lo que está en el fondo, escondido debajo de tanta parafernalia? El espíritu de la Navidad.

Para que aflore ese espíritu hay que ir despojándonos poco a poco de todo lo que nos distrae y nos ata a la superficie. Recuperar el amor sincero por la humanidad y lo que ella representa; construir una cultura de paz y respeto por el otro, más allá de los intereses personales.

Poner nuestro ser al servicio del otro y no servirme del otro, como tan cotidianamente actuamos en este mundo egoísta. Es importante comunicar con transparencia nuestras emociones y sentimientos para de verdad, comulgar con el prójimo. Despojarnos de lo material para mirarnos cara a cara con nuestras virtudes y defectos. Perdonarnos por nuestras debilidades y desatinos y valorar por supuesto, lo que poseemos para poder compartirlo.

La Navidad es pues, un momento propicio para hacer un alto en el camino. Mirarnos a nosotros mismos desde dentro y proponernos construir una nueva forma de relacionarnos con los otros.

Lo que hemos hecho hasta ahora, ya lo estamos viviendo, nos está conduciendo a la disolución social y la pérdida de lo humano. Pensemos pues en esta Navidad, que en nuestros actos está la respuesta.
Felices Fiestas

Oliva Solís Hernández