La noche más larga del año
Rogelio Ledesma Torres 01/01/2021
Cuando eres niño sin duda la noche más larga del año, la más esperada, es la noche de la llegada de los Santos Reyes Magos, claro que después de haber escrito con antelación la consabida carta dictada por tus padres, pidiendo a Gaspar, Melchor y Baltazar, te traigan un regalo, juguete o ropa, pero que te haría sentirte feliz, halagado, sabiendo a conciencia que todo el año habías hecho los méritos suficientes para recibir tales presentes.
«Queridos Reyes Magos, este año me he portado bien», así iniciaba mi carta, allá en los setentas.
«no te van a traer nada los reyes»
Apercibían los padres
Que peleabas con tus hermanos, no te van a traer nada los reyes.
Que respondías groseramente a tus padres, no te van a traer nada los reyes.
Que no apoyabas en las tareas de la casa, no te van a traer nada los reyes.
¿Quién de ustedes paisanos de más de cincuenta años no vivió intensamente ese cosquilleo de saber qué nos traerían los reyes magos? Los indios y los vaqueros, las pistolas de dardos, etcétera.
A la escuela siempre de regreso el dos de enero, de tal manera que para el día de reyes ya estábamos en clases y nunca faltaba el escuincle chismoso que decía, “yo escuché las pisadas del elefante”, “yo las del camello decía otro”, animales que no conocíamos más que en las estampitas de los libros de la escuela porque ni circos llegaban al pueblo con ellos.
Lo interesante de esto es que nunca se resolvía la incógnita de cómo entraban los reyes magos a la casa, mi casa en la crucita con puertas y ventana como todas y se cerraban al anochecer y nunca oí que abrieran, “ahí estaba la magia de los reyes magos”.
Cuando eres papá
Años después mi hija menor asestó tremendo puñetazo al niño precoz de su salón de clases de primer año al “decirle la verdad” a la mejor amiga de mi niña y el comentario la hizo llorar provocando la ira de mi hija adicionando un “pues yo si creo”.
La verdad es que me conformaba con lo que me podían traer y recuerdo algún año, donde es seguro la cosa estaba que ardía por la falta de recursos, que me dejaron una carta ofreciendo una disculpa por no haber traído lo que encargué y yo decía “los reyes magos escriben como mi mamá».
En un año me trajeron un camioncito tipo circo que al caminar y jalarlo con el cordel, tenía un mecanismo que hacía girar el carrusel de animales, algún día lo dejé olvidado mientras jugaba, se lo llevo una persona y a mi me dijeron que los reyes se lo habían llevado por ser desobediente, ¡vaya forma de tenerte controlado!
Que ese niño que llevamos dentro nunca se vaya de nosotros y que todos recordemos con cariño -y nostalgia claro- aquellos tiempos idos, comiendo aquella galleta o el dulce con piñón o cacahuate dentro, con la muñeca o el juego de té para unas y el ring de cuerdas de hilo o ligas y con luchadores de plástico. Que los reyes magos dejen en casa salud y dicha para todos.
San Joaquín, Qro. Rogelio Ledesma Torres.
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