Amor a la vida -Blog -

Voces del Tepetate

02/01/2023

He tenido canes, peces, reptiles…
Mas pronto me deshago de ellos
por falta de espacio.
De dinero.
Me los regalan, los encuentro en la calle,
a veces moribundos.
Los atiendo.
Y unos se salvan.
Desde que era pequeño me gustan los
animalitos.

Todos los niños deberían tener
¡y tratarlos bien, claro!

Un niño que convive con ellos y los trata
bien, seguro será buen adulto, buen padre,
buen ciudadano.

Yo trabajo cuidando ancianos y enfermos.

Los llevo a parques, a hospitales, a fiestas…
Los aseo. Los curo.
Les platico, les leo.

Tengo sillas de ruedas, muletas,
bastones, camilla, hasta un auto especial.

Ofrezco mis servicios y me contratan.

Los ancianos tiene derecho a reír,
a pasarla bien; ¡y tienen de experiencia!

Los años humanizan.
Los niños y los ancianos son grandes
maestros.
Me han enseñado mucho.

Igual los animalitos.
Los encuentro en todas partes;
pero más en los baldíos.
Como dije, los llevo a mi casa,
los atiendo y los regreso a su hábitat
o los doy en adopción.

Me han mordido perros, coyotes,
serpientes; me han picado alacranes, arañas, y por fortuna he podido curarme.

¡Pobres! Dependen mucho de nosotros.
Más los domésticos y los enfermos.
A veces enferman y mueren por nuestra
culpa: contaminamos el agua, el aire,
la tierra; hacemos incendios…,
los golpeamos, los matamos.

Sí, tengo seis gatos.
Uno es Anastasia, grande y blanca. De
ojos hermosos. El animal más noble que
puedan imaginar. Le pasan encima los
otros, le gruñen, y ella como si nada.
No sale a la calle si no es conmigo.
Apenas empieza a oscurecer, se planta frente a mí para decirme con sus ojos que es hora de pasear. Y la llevo a caminar.
Parece de terciopelo. Me gusta sobar mis
mejillas contra ella. Entre más lo hago más se apapacha. Ya está viejita.
A ratos se aísla a meditar.
A veces queda viendo a las flores
como si quisiera hipnotizarlas.
Dicen que hacen eso cuando ya van a
morir.
Ha sido feliz.
Ha vivido más que el promedio de los
gatos; y sin achaques.

Otro es Goyo, ¡aaah ese Goyo!
¡Se adueñó de la cochera! Cuando entran los otros les gruñe y los araña. Pero es noble.

Cuando otro enferma rápido le hace
compañía y se pone muy triste.

¡Y Ambrosio, ése sale por las mañanas
y regresa de madrugada! ¡Y a veces días
después! ¡Le digo, Ambrosio, tú me vas a
matar de una pena! Y me ve con sus ojos
miel como si no me entendiera; ¡pero me
entiende, claro que sí, porque no es tonto!
¡Aaaah, qué de cosas habrá vivido el vago
de Ambrosio!

Y Prudencia. Prudencia es gris.
La estatua. Así le digo. Se la pasa en la azotea.
En lo más alto.
Es la referencia para llegar a mi casa,
“Donde está un gato en la azotea” “En la
casa del gato”. Los otros también gustan de ver hacia afuera pero no tanto.
La exhibicionista es Prudencia.

Otro es Nico. Nico cabe en la palma de
una mano. Llegó solo. Lo levanté del suelo y le pregunté: ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? Me vio con sus ojos dulces y maulló.
Lo llevé con mis vecinos y nadie resultó
ser el dueño. “Me lo mandaron del cielo”
-pensé. Y lo integré a la familia.
Me sigue para todos lados.
Como sancho.
Espero no pisarlo un día.

Cirilo es otro, ¡Es grandioso! No tiene una
patita pero ni falta que le hace.
Se sube a las sillas, a las mesas, a la azotea…
Nunca está triste. Juega con grillos, con moscas, con su sombra, con los rayos del sol. Es la alegría. Lo encontré una noche lluviosa en una alcantarilla, maullando, lo saqué y lo llevé a mi casa.

Como les digo, todos son nobles y cariñosos.

¡Hace días estuve a punto de morir, y el
amor a ellos me salvó!

Pasé quince días hirviendo en calentura,
con tos, con dolor en el pecho
¡fue horrible!
Mi preocupación eran ellos.
No la muerte.
Tan dependientes.
Tan desvalidos.
¿Quién los iba a atender?
Nunca se me despegaron.
Fueron fieles.
Los veía alrededor de mí, sufriendo,
como sombras.
Como fantasmas.
Mis gatos.
Mientras ellos estén bien, yo seré feliz,
créanme que sí.

Alfredo García Servín
Síguenos en Fb Voces del Tepetate
(foto: Liam McKay)