El ir y venir de la Sierra
Rogelio Ledesma Torres 03/02/2022
Debió ser al final de la década de los 60’s del siglo pasado y una vez abierta a la circulación la brecha de terracería de lo que hoy es la carretera a mi pueblo natal, San Joaquín, cuando por iniciativa de mi tío/padrino Pascual Torres Martínez titular de la concesión del trasporte público Querétaro-San Joaquín, pusieron en circulación “La flecha”, que no era otra cosa que el autobús para transportarnos, llevarnos y traernos a lugares como Vizarrón, Cadereyta o bien, «hasta» la capital de nuestro estado.
El camino anterior era vía las comunidades de El Doctor, Altamira, Sombrerete y salir a “Las Tuzas”, hoy conocido con el pomposo nombre de “San Javier”, todos en la parte serrana y no por ello menos bonita del municipio de Cadereyta.
Este camino fue usado por siempre para llegar al Mineral de San Joaquín, lugar de minas y cuya explotación hacía menester llevar combustibles requeridos para el funcionamiento minero o bien, abarrotes y granos para alimentar a la población de aquellos años.
El arreglo del camino
Un camino lleno de curvas, de subidas y bajadas con pendientes más que considerables, por lo que el gobierno del estado en conjunto con los mineros del pueblo y cooperación económica de los mismos, trazaron y se dieron a la tarea de abrir el camino actual, que con el paso del tiempo se fue pavimentando y quedó concluido alrededor de 1980.
La flecha también era conocida como La Coneja, por el logotipo pintado en los costados. Recuerdo como primer operador a Don Filemón Vega Ledesma, hijo de Doña Manuela y vecino del Puerto de las Pilas, mi barrio. El horario de salida del pueblo era a las seis de la mañana, con el arranque de aquel motor de diésel que encendían unos 15 minutos antes y que en todo el pueblo se escuchaba; todo indicaba que estaba listo el camión para la jornada que terminaba con el regreso a las seis de la tarde.
Al tiempo, la flotilla creció a dos unidades y dos salidas; la ya conocida de las seis de la mañana y otra a las ocho de la mañana regresando al pueblo doce horas después.
De operadores recuerdo a Ismael Ledesma y Mauro Herrera Ledesma, además del mencionado Don Fili, Don Pedrito; a los cobradores Genaro Nieto Vega y Reynaldo Reséndiz entre otros.
En la actualidad
Hoy en día, nuestro municipio está muy comunicado con dos líneas de autobuses y otras líneas turísticas; lejos de los tiempos de aquel tormentoso viaje que hacíamos, donde además del polvo que se levantaba (no había pavimento), era común llevar pasajeros de pie; «te toca parado» nos lamentábamos los chavales al tiempo que el cobrador gritaba “váyanles pasando» “hay lugares, hay lugares”.
Así, cuatro horas duraba el trayecto completo, entre brincoteo y una que otra aleteada de gallinas.
Agradeciendo a mi primo Pedro “Perico” Torres Herrera el apoyo para conseguir la imagen que acompaño a la presente publicación. Reciban estimados lectores, un cordial saludo.
Rogelio Ledesma Torres.
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