Actividad que pasa de generación en generación
Redacción 30/07/2023
La pequeña comunidad de El Organal en el municipio de San Juan del Rio, es famosa por su cultivo de rosas, tarea a la que se dedica gran parte de la población que se muestra orgullosa de que su producto sea llevado a gran parte de la zona bajío.
Las fechas de mayor demanda para los trabajadores en los invernaderos son, los días previos al 14 de febrero, el día de las Madres y el 12 de diciembre, Día de la Guadalupana.
El mes de mayo es cuando se tiene la temporada de mayor producción para la floricultura y aunque desciende para el invierno, todos los días del año los rosales lucen enormes botones de muchos colores, listos para cortar.
Esta labor dedicada a la naturaleza, ha dado identidad a sus habitantes, ya que entregan gran esmero al cultivo de las rosas, convirtiéndolo en su principal actividad económica.
El Santo de la tierra de rosas
Durante el mes de mayo, tienen fiestas en El Organal, en donde celebran a su patrono, San Isidro Labrador; organizan exposiciones y concursos en torno al cultivo de la flor, así como muestras de platillos preparados con pétalos de rosas como la nieve, mermeladas y dulces.
Es una fiesta a la que acuden cada año cientos de visitantes, gustos de recrearse en medio de los colores y aromas que desprenden los miles de rosales. Un turismo que aprecia la naturaleza y respeta el resguardo de estos plantíos.
En la tierra de las rosas, también hay festejos en grande cada 2 de febrero, cuando las familias locales conviven en las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Candelaria, a la que llevan espectaculares arreglos hasta su altar.
Debes saber que la comunidad sanjuanense se ha convertido ya en el cuarto productor de rosas a nivel nacional, apenas por debajo del Estado de México, Puebla y Morelos.
Considera dar un paseo por El Organal, a 30 minutos de la cabecera municipal de San Juan del Rio. Puedes incorporarla en tu agenda de visitas, cuando recorras los caminos de esa zona territorio queretano que siempre tiene algo por ofrecer.
Más historias
Los campos amealcenses se visten de mirasoles
El Cerrito, cuatro años de su Museo de Sitio
Un jarro de buen pulque en Querétaro