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El pueblo y sus historias

El portal de Don Joaquín -Blog

Remembranzas de mi pueblo

28/07/2022

Además de ser usado como todos los portales de mi pueblo, en donde se tenía la costumbre dormir en ellos ante la carencia de mesones o bien hoteles, las personas de las rancherías, comunidades o poblaciones alejadas de la cabecera municipal se veían obligados a pernoctar bajo el cobijo de los portales.

Pero este portal, que por cierto es de los pocos conservados, por su ubicación frente a la plaza principal tiene muy buenas anécdotas, como aquello de que Eustolio Vega, siendo miembro del cuerpo de seguridad municipal colgó a dos maleantes del morillo que hace las veces de gualdra y sostiene parte de la techumbre del mismo.

Al parecer habían cometido abigeato y para poner un ejemplo, los castigó colgándolos de los pulgares de los miembros superiores, gritaban al poco rato, «Eustolio, bájanos», todos doloridos y arrepentidos.

Eso me lo contó mi tío José Torres y debió haber sucedido en el primer lustro de la década de 1950.

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El tiempo a la sombra del portal de Don Joaquín

En años posteriores y seguramente con el apogeo de la bonanza minera, aquel local que debió ser una tienda por su mostrador de madera y sus entrepaños adosados a la pared, lo convirtieron en cantina. Por allá de 1980 aún funcionaba como tal y tenía a su favor la ubicación estratégica, así que cada evento, fiesta popular o cualquier evento que hubiese en la plaza principal, la cantina recibía parroquianos.

En algún año poco antes de 1970, más de algún asistente y al calor de los alcoholes del Pedro Domecq y su famoso brandy presidente o bien el bacardi que debería haber corrido con singular alegría y mis paisanos con pistola, pues le daban gusto al dedo, como aún se puede ver en las láminas del tejado de este añoso portal. Ahí lucen aún los agujeros producidos por los disparos al aire de las armas de fuego.

Bajo el refugio de aquel portal, durmió gente, tomaron tragos más de uno de mis antepasados y yo mismo, cuando iniciaba en el difícil arte de libar, en ese lugar, de culto y adoración a Baco. Amén de varias revueltas y moquetes de pleitos de cantina que se resolvían con los puños bajo su sombra, aunque también alegres tertulias, como cuando escuché la canción de “Las nieves de enero”, a capela en voz entonada de “Tío Boli”.

Con mi memoria llena de gratos recuerdos, les saludo con aprecio.

Rogelio Ledesma Torres

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