Remembranzas de mi pueblo
06/01/2023
Cuando eres niño, sin duda, la noche más larga del año, la más esperada, es la noche de la llegada de los Santos Reyes Magos.
Después de haber escrito con antelación la consabida Carta a los Reyes, dictada por tus padres y pidiendo a Gaspar, Melchor y Baltazar, un regalo, de preferencia juguete o ropa, te sentías feliz, halagado, sabiendo a conciencia que todo el año habías hecho los méritos suficientes para recibir presentes.
Esa misiva se dejaba dentro del huarache o del zapato de uso diario, hasta la fecha ignoro porque ahí.
Iniciaba el documento con el «Queridos Santos Reyes, este año me he portado bien…»
Que peleabas con tus hermanos, «no te van a traer nada los reyes«- nos decían.
Que respondías groseramente a tus padres, «no te van a traer nada los reyes«, nos recordaba nuestra conciencia.
Que no apoyabas en las tareas de la casa, «no te van a traer nada los reyes«.
¿Quién de ustedes, amigos de más de cincuenta, no vivió ese cosquilleo de saber qué nos traerían los reyes? Los indios y los vaqueros, las pistolas de dardos, algún balón o carritos de plástico con los que jugábamos haciendo túneles en cualquier montón de arena o tierra. Éramos verdaderos expertos en comunicar nuestros túneles, minitas o socavones.
Muñecas o juegos de trastecitos para las niñas, que en los patios de tierra pondrían algún petate o directamente al suelo, para acomodarse de rodillas y jugar a la comidita con hojas de gordolobo, haciendo banquetes que compartían con “sus comadritas” mientras les arrullaban sus muñecos de sololoy.
A la escuela, siempre estábamos de regreso el dos de enero, de tal manera que para el día de reyes ya estábamos en clases y nunca faltaba el escuincle chismoso que decía, “yo escuché las pisadas del elefante”, “yo las del camello», decía otro. Esos mágicos animales los conocíamos por las estampitas de los libros de escuela, porque ni circos llegaban al pueblo con animales como esos.
Lo interesante de esto, es que nunca se resolvía la incógnita de cómo entraban los reyes magos al hogar. En mi casa, en La Crucita, se cerraban puertas y ventanas al anochecer y nunca oí que se abrieran, “ahí está la magia de los reyes magos” pensábamos.
Años después mi hija menor asestó tremendo puñetazo al niño precoz de su salón de primer año de primaria al “decirle la verdad” a la mejor amiga de mi niña y el comentario la hizo llorar provocando la ira de mi hija, adicionando al golpe un “pues yo si creo”.
La verdad es que me conformaba con lo que me traían, aunque recuerdo un año, en donde la cosa estaba que ardía por la falta de recursos, en que me dejaron una carta ofreciendo una disculpa por no haber traído lo que encargué. Más que desilusionarme me dejaron pensando: “los reyes magos escriben como mi mamá».
En alguna ocasión, el regalo lo dejé olvidado mientras jugaba, se lo llevó una persona y a mi me dijeron que los reyes se lo habían llevado por ser desobediente, ¡vaya forma de tenerte controlado!
Gracias amigos, por permitirme compartir estos recuerdos, desde mi hermoso pueblo San Joaquín. Procuremos y hablemos con el niño que llevamos dentro y recordemos con cariño aquellos bellos tiempos; comiendo la galleta o las colaciones con piñón, cáscara de naranja o cacahuate dentro.
Les deseo un venturoso 2023 y por favor, nunca dejen de soñar. Feliz día de Santos Reyes.
Rogelio Ledesma Torres

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